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en las blancas praderas

puedes

dolor de nube
un dolor de leche para ti
un dolor de chicle para tu mañana titilante
hace años que te husmea como un perro sin dueño y quién sabe
si ahora te ha echado la pata encima, al fin

puedes dejarte mecer
pasan coches por los charcos, mientras
cae pintura de las paredes y crece espuma en las paredes

puedes buscar manzanas escondidas bajo el agua
en la ciudad de cristal
donde las bolsas de plástico que arrastra el viento

abrazada a la farola
la frente contra los surcos negros
puedes decir adiós con los ojos cerrados
y gritar algo así cómo
qué pasa con la inquietud

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